Los propietarios de una destilería, o los que participan en la gestión y el funcionamiento de una, comprenderán la importancia de ser conscientes de los humos peligrosos que se generan en este tipo de entornos y de garantizar su protección.
El riesgo que conlleva la fabricación de alcohol implica un equipo de fabricación de gran tamaño que puede ser potencialmente dañino, tanto por su funcionamiento como por los humos y vapores que pueden emitirse a la atmósfera y que posteriormente repercuten en el medio ambiente.
Los propietarios de destilerías deben adoptar un enfoque proactivo en las operaciones diarias, especialmente cuando se trata de minimizar el riesgo asociado a la ingestión de gases nocivos y tóxicos generados en las actividades cotidianas.
Garantizar la seguridad en todas sus operaciones no sólo protege a los trabajadores de los diversos riesgos de su entorno, sino que también garantiza que las organizaciones cumplen las directrices y normativas pertinentes que rigen los límites de los valores de las emisiones.
Descripción
El principal riesgo de incendio en destilerías y fábricas de cerveza son los humos y vapores producidos por el etanol. Los vapores de etanol, que pueden desprenderse de fugas en depósitos, barriles, bombas de trasiego, tuberías y mangueras flexibles, constituyen un peligro real de incendio y explosión para los trabajadores de la industria de la destilación. Una vez que el gas y el vapor se liberan a la atmósfera, pueden acumularse rápidamente y suponer un peligro para la salud de los trabajadores. No obstante, cabe señalar que la concentración necesaria para causar daños a la salud de los trabajadores debe ser muy elevada. Teniendo esto en cuenta, el riesgo más importante del etanol en el aire es el de explosión. Este hecho refuerza la importancia de los equipos de detección de gases para reconocer y remediar inmediatamente cualquier fuga, a fin de evitar consecuencias desastrosas.
El uso de nitrógeno en el proceso de destilación y elaboración de cerveza es similar al uso de CO2, para proteger contra la oxigenación, mejorar el sabor y el aroma y prolongar la vida útil del producto final. Sin embargo, existen riesgos asociados a su uso, ya que el gas tiende a acumularse en el fondo de los tanques y los residuos pueden filtrarse y suponer un peligro. Dado que estos peligros son habituales, es importante que las destilerías inviertan en un sistema fiable de detección de gases que pueda alertar a los trabajadores de estos peligros de fugas y vertidos, o que tenga capacidad para activar automáticamente los sistemas de ventilación.
El mantenimiento regular para comprobar la existencia de residuos y la acumulación de condensación, también es vital para comprobar que no se acumulan productos químicos y líquidos no deseados. El uso de nitrógeno líquido también supone un peligro para los que trabajan en el sector de la destilación y, por lo tanto, sólo debe utilizarse en un área bien ventilada, con monitores de oxígeno. El proceso de expansión del nitrógeno de líquido a gas se utiliza a menudo para eliminar el oxígeno de los contenedores, sin embargo, si hay una fuga en esta etapa existe el riesgo de asfixia e incluso de muerte. La detección y el control adecuados de los gases en estas zonas es una forma sólida de proteger a los trabajadores de estos riesgos.
Para producir alcohol se necesita dióxido de carbono. Durante el proceso de producción, los hidratos de carbono, como el almidón y el azúcar, se transforman mediante fermentación. La levadura ingiere los hidratos de carbono y el dióxido de carbono se convierte en un gas inodoro, incoloro y tóxico que, por sus características, es difícil de identificar y, si no se detecta, puede tener efectos muy perjudiciales para la salud humana. Dependiendo de las partes por millón, el CO2 puede causar problemas de concentración, dificultades respiratorias, dolores de cabeza, fatiga, tinnitus, visión borrosa y pérdida de conciencia. En los niveles más altos de ingestión puede producirse asfixia y muerte. Garantizando una ventilación adecuada de las zonas de fermentación e implantando aparatos fiables de detección de gases, los profesionales del sector pueden prevenir la intoxicación por dióxido de carbono y salvaguardar la salud de sus trabajadores.
En la primera parte del proceso de destilación y elaboración de cerveza, que comprende la manipulación, el almacenamiento y la molienda de los granos de malta, se genera polvo. Este polvo es inflamable y puede ser peligroso si no se dispone de un sistema de extracción para eliminar el polvo del aire. Otra forma de evitar los riesgos de este polvo, es reducir las fuentes potenciales de ignición en la atmósfera combustible. Las fuentes potenciales incluyen las llamas abiertas, el corte y la soldadura con soplete, las chispas causadas por fuentes estáticas, eléctricas y mecánicas, las superficies calientes, el calor por fricción y el calor radiante.
ATEX e IECEX son las certificaciones que rigen los controles eléctricos y la instrumentación utilizados en el sector de las destilerías. Es importante asegurarse de que el equipo que se implante cuente con la certificación específica del sector, que cumpla los umbrales de seguridad pertinentes y, por lo tanto, proteja el entorno y a los trabajadores de los factores de riesgo predominantes.
IECEx es un sistema de certificación utilizado internacionalmente que regula la validez y seguridad de los equipos utilizados en atmósferas explosivas. Las especificaciones y normas del certificado se rigen por la Comisión Electrotécnica Internacional (CEI).
La certificación ATEX se deriva de las dos directivas europeas que regulan la fiabilidad y la idoneidad de los equipos utilizados en entornos peligrosos. La directiva ATEX también se denomina Directiva Europea 2014/34/UE.
Además de asegurarse de que el equipo elegido cumple las normas pertinentes, los destiladores también deben garantizar el cumplimiento de las leyes que regulan las emisiones de gases, los valores límite legales y la salud laboral de los trabajadores. La Directiva ATEX 1999/92/CE y el Reglamento DSEAR 2002 del Reino Unido exigen a los empresarios que garanticen la seguridad de los lugares de trabajo frente al riesgo de incendio y explosión. Cubren tres expectativas básicas: no tener una atmósfera inflamable, pero si la hay, evitar la ignición y, en el desafortunado caso de que se produzca, evitar que nadie sufra daños.